A los siete años obtuvo su primer trabajo. Sobre sus pies de niño con ojotas vestido con el ch’unpi poncho obsequio de su mamá, como todos los niños de San Jerónimo, ayudaba a cuidar las chacras de la granja K’ayra de los picos hambrientos de chiwaqos y loros. Ya joven fue obrero de construcción, intrépido pescador ayudante de bolichera en Lima y aprovechado estudiante de la Universidad del Cusco. Destacado antropólogo, etnógrafo popular en universidades del mundo, amigo de estudiantes, intelectuales, indios, prominentes cultivadores del arte y de las ciencias sociales.  

Dejó la vida sirviendo al Cusco. Fue un alcalde transparente, decente, que compartió con la población las decisiones y los pasos que daba la Municipalidad. Le tocó gobernar en momentos en los que la pandemia golpea con gran violencia. Al asumir funciones dijo en quechua y castellano: “estamos en un escenario a los que los cusqueños sabremos responder acorde a nuestra fortaleza milenaria, hoy millones de hogares atraviesan una situación vulnerable que exige solidaridad, fraternidad y retomar los valores del ayni y la minka (…) tenemos que dar la talla que la historia demanda”. En esos actos solidarios, desempeñando sus labores ediles, adquirió el coronavirus. Ejerció la Alcaldía para cumplir un mandato democrático, un magisterio público, nunca como un medio para descollar ni para conseguir reconocimientos.

Las distinciones las había obtenido ya espléndidamente por su actividad de investigador de la tradición oral andina, como una de las más destacadas de la etnografía. Su libro “Gregorio Condori Mamani y su mujer Asunta”, escrito junto a Carmen Escalante, traducido al menos a cinco idiomas, con innumerables ediciones y reimpresiones, es uno de los clásicos de la antropología mundial. Asimismo, “Nokanchiq Runakuna (Nosotros los Humanos)”, “La doncella sacrificada”, y sus numerosos capítulos de libros y artículos, son contribuciones trascendentales para entender nuestro universo quechua que resiste sitiado a la sociedad de oligarcas, señores y mistis. Sus publicaciones elevan los relatos indígenas excluidos dándoles voz en la Academia, aplican en la práctica el enfoque decolonial y las teorías emancipadoras de la raza y la etnicidad.

Muchas universidades norteamericanas y europeas habrían querido tenerlo como profesor, pero él prefirió dictar su cátedra de antropología en la Universidad del Cusco, la UNSAAC.

Descanse en paz Dr. Ricardo Valderrama Fernández, digno hijo de los ayllus de San Jerónimo, Alcalde del Cusco, lúcido escritor de la memoria de los humildes.