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El licenciamiento de la universidad

Publicado: 2019-05-12

Un fantasma recorría el campus desde la promulgación de la ley universitaria en el 2014. La Universidad Nacional de San Antonio Abad (UNSAAC) no tenía licencia de funcionamiento. Y si no probaba ante la SUNEDU cumplir con determinadas condiciones elementales de calidad no hubiera podido funcionar más, hubiera sido cerrada.  

Buena parte de la burocracia y los docentes, víctimas de la molicie intelectual y la insignificancia impuestas como normas a la universidad desde los malos gobiernos, a partir de la dictadura de Fujimori de los 90s, se desportillaron de miedo y pereza ante ese espanto. Era la primera vez que, desde el Estado, un ente externo, les imponía reglas para medir su aptitud.

La tribulación de los habitantes de Perayoq no era infundada. La universidad era, y aún lo es en buena medida, un zombi que camina por inercia, sin rumbo, y con energía nimia. Los docentes sin inquietarse por mejorar su formación académica y su producción intelectual, los administrativos laborando sin fijarse mucho en sus deberes, los alumnos sumidos en la precariedad profunda de una enseñanza impropia e impertinente, o mal negociando con el alquiler de los centros federados a alguna fotocopiadora. La UNSAAC parecía un feudo en el que el burócrata hace el favor de cumplir sus obligaciones. En fin, un caos formidable del cual salen perdiendo la investigación, la enseñanza de calidad, y el rol de la universidad como promotora del desarrollo sostenible y los derechos del pueblo y, sobre todo, los estudiantes que, egresados con el estigma de la mediocridad, ven difícil conseguir un trabajo decente.

Ante este panorama desahuciado, el licenciamiento de la UNSAAC, que costó mucho esfuerzo, es una noticia encantadora por la cual debemos congratularnos. Es un logro colectivo de la lucha de la Academia contra sus detractores. Es el triunfo de los estudiantes que reclamaron por la calidad y buen funcionamiento de la universidad y que, sin embargo, fueron confrontados por la policía autorizada por las autoridades a ingresar al campus. Es la victoria de los docentes progresistas que demandaron el cumplimiento de la ley y que ahora están investigados por la fiscalía debido a las acciones de sus reclamos. Es el éxito de los administrativos que laboraron, sobrepasando sus horarios y multiplicando sus esfuerzos, para organizar los rigurosos expedientes exigidos por SUNEDU.

Este logro, como no, tuvo también sus anécdotas. El rector que prefirió sacrificar su cargo a cumplir con el mandato legal de que sus funcionarios no fueran docentes sino especialistas en sus funciones. El vice rector administrativo echado por una sentencia que declaraba que su cargo era inconstitucional. Una asamblea universitaria que, apresurada, cometió el error de imponer la concentración de escuelas incompatibles en macro facultades. Los estudiantes que, en la misma salida de la ceremonia de entrega del licenciamiento, reclamaron en tumulto que implementen sus clínicas de prácticas.

Con estos y más detalles, el licenciamiento de la Universidad es un hecho feliz. Abre las puertas a nuevos caminos en los que no deben caber la mediocridad, la intolerancia y la falta de sueños, porque éstos últimos, junto a los proyectos bien fundados, son la materia prima de la senda de bienestar para nuestros pueblos.


Escrito por

Pável H. Valer Bellota

Un pasajero en tu camino.


Publicado en

Así había sido...

Pensamientos, reflexiones, llamamientos y súplicas de un pasajero en tu camino